miércoles, 22 de abril de 2015

El "tesorero de Auschwitz" pide perdón

Histórico juicio en Alemania. Oskar Gröning despojaba a los prisioneros de sus objetos (relojes, dinero), que luego enviaba a Berlín. Lo juzgan por complicidad de la muerte de 300 mil personas. Hoy admitió su culpa. (Publicado en Clarin.com el 22 de abril de 2015)

Oskar Gröning llega al Tribunal. (Foto: Reuters)


Esperaba en la rampa del campo de exterminio de Auschwitz la llegada de las pertenencias de las víctimas. Separaba los relojes de oro, las monedas de distintos países, contaba los montos, los colocaba en una caja de madera y anotaba cuidadosamente la fortuna que iba a enviar a Berlín. Oskar Gröning, "el tesorero de Auschwitz", pidió este martes perdón ante un tribunal alemán que lo juzga por complicidad de la muerte de 300 mil personas en 1944.

Lúcido a sus 93 años, Gröning entró apoyado en un andador y con la ayuda de un abogado a la sala del tribunal de Lüneburg, la pequeña ciudad situada a unos 50 kilómetros de Hamburgo donde vivió sin sobresaltos después de la Segunda Guerra Mundial. "Sin duda soy moralmente cómplice", declaró el anciano de pelo blanco. "Y también admito esa culpabilidad moral aquí, con arrepentimiento y humildad frente a las víctimas. Pido perdón", declaró Gröning ante el tribunal, que debió alquilar una sala grande debido al interés mediático por el que será uno del los últimos juicios por el Holocausto. El llamado "tesorero" o "contador de Auschwitz" es uno de los pocos que relató la vida cotidiana de los miembros de las SS en el campo de exterminio, una vida que él calificó de "normal", como la de un pueblo, con verdulería, vecinos...



 Oskar Gröning en 1944.



En una espeluznante entrevista publicada por el semanario Der Spiegel hace diez años, contó cómo él y sus "colegas" jugaban a las cartas y bebían mientran hablaban del olor de los cadáveres quemándose, de cómo los cuerpos se levantaban al arder. Entre 1942 y 1944, Gröning vió la pila de muertos en un par de ocasiones, por ejemplo cuando todos los SS salieron a la caza en medio de un intento de fuga. Para él, según confesó a Der Spiegel, el exterminio de los judíos era "un método de guerra" y las matanzas eran "horribles" pero se enmarcaban en "lo necesario". "A los judíos les grababan el número de prisionero, a los SS el grupo sanguíneo", explicó en la entrevista, mostrando el cero que tiene en el brazo y relatando que fue él mismo quien en 1944, después de pasar dos años en Auschwitz, pidió su traslado al frente. Había visto a un SS arrojar a un bebé contra un camión, para que dejara de llorar. Y aquella noche se emborrachó para olvidar. Pero la conciencia de crímenes atroces no impidió a Gröning llevar la vida de un hombre común y guardar silencio. Recién habló en los 80, cuando escribió para sus dos hijos y algunos amigos su testimonio de las matanzas. Confesó que había escuchado los gritos de socorro de quienes perecían en las cámaras de gas. Más tarde dió una larga entrevista para un documental de la BBC en la que se definió como una "ruedita", una pequeña pieza en el engranaje del genocidio perpetrado por los nazis, pero en ningún caso como un culpable. "Ni siquiera nunca le pegué a un prisionero", dijo entonces.

Oskar Gröning pidió perdón. (Foto: Reuters)


Los millones de víctimas "no fueron asesinados por jerarcas nazis", fueron justamente estas "rueditas" las que permitieron el funcionamiento de la maquinaria de exterminio, destacó ayer el abogado Thomas Walther a la emisora berlinesa Inforadio.
Walther criticó fuertemente a la justicia alemana por haber descartado una y otra vez la responsabilidad de los administradores grises del Holocausto, los llamados "criminales de escritorio" que ocupaban funciones como la de Gröning en los campos de exterminio. El abogado defensor Hans Holtermann consideró en cambio que Gröning nunca tuvo una participación directa en los crímenes nazis y que su sola presencia no lo convierte en cómplice.
El juicio al "tesorero de Auschwitz" se limita a un período de mediados de 1944, cuando llegaron al campo de exterminio 137 trenes con unas 427 mil personas, de las cuales al menos 300 mil fueron asesinadas. Para los sobrevivientes y descendientes de las víctimas que viajaron desde distintos países del mundo para dar su testimonio, lo importante no es la condena, sino el juicio mismo y sobre todo la sentencia.         


    



Por Araceli Viceconte para Clarin.com
Artículo original: http://www.clarin.com/mundo/Oskar-Groning-tesorero-Auschwitz-pide-perdon_0_1343265881.html

martes, 7 de abril de 2015

Sobreviviente del Graf Spee festejó sus 95 años en Castelar

La Batalla del Río de la Plata trajo la Segunda Guerra Mundial a las costas de Argentina en 1939. Un marino del buque insignia de la armada alemana contó a Castelar Digital la aventura de su vida. “Era un buque sorpresivo”, relató y recordó su vida en alta mar y qué hacía durante el combate. “No volví a Alemania por amor”, dijo. 
Publicado el 1º de abril de 2015 en: http://www.castelar-digital.com.ar/nota.asp?id=443

Heinz Berger a sus 95 años.


Desde una mesa frente a la estación, y acompañado por su nieto, mira pasar las formaciones del Ferrocarril Sarmiento. Con sus 95 años recién cumplidos, sus ojos claros miran el movimiento de las máquinas desde una mesa de la pizzería Noi, pero su mirada se va en sus recuerdos. Nada se parece Castelar y su paisaje al frío Mar Báltico que moja la ciudad de Kiel, en Alemania, donde se hizo marino hace ya más de siete décadas. Tampoco se asemeja a su pueblo natal, Hof, ni al puerto de Wilhelmshaven, en el Mar del Norte, donde se topó por primera vez, cara a cara, con aquel gigantesco buque que cambiaría para siempre su vida, su historia y la historia de medio mundo.

Heinz Berger cuenta en un castellano aprendido cómo fue su vida a bordo del “Panzerschiff” Admiral Graf Spee. Reconoce que es uno de los últimos sobrevivientes de aquel buque que fue la nave insignia de la marina alemana durante la década del 30 y que, con el país europeo bajo dominio nazi y envuelto en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un dolor de cabeza para la armada británica.
El 'acorazado de bolsillo' Admiral Graf Spee es uno de los buques más famosos de la historia moderna. Se trató de un acorazado liviano fabricado bajo las estrictas normas que tras la Primera Guerra Mundial no le permitían a Alemania tener buques pesados. Por lo que se trató de un barco rápido pero con artillería pesada, para ser más poderoso que cualquier barco más lento que él y más rápido que cualquiera que lo superase en el calibre de sus armas. La Segunda Guerra Mundial comenzó en septiembre de 1939 y desde Argentina se la veía lejana, ajena y europea. Pero en diciembre del mismo año la guerra se presentó frente a las cosas de Buenos Aires. La llamada Batalla del Río de la Plata enfrentó al Graf Spee con tres cruceros británicos en medio del río que separa a Argentina y Uruguay y frente a la mirada de miles de testigos que frenaron su vida para presenciar el espectáculo del horror de la guerra.
“El barco era inmenso, sorpresivo, sorprendente. Este era el más potente en aquel momento. Había dos más, el gemelo y el primero de todos. Eran los más poderosos de la flota. El Deutschland, el Admiral Scheer, y el Graf Spee, todos de diez mil toneladas, anteriormente eran todos de seis mil toneladas, este era de diez mil, era una novedad asombrosa para Alemania cuando surgieron estos”, explicó Heinz Berger a Castelar Digital.



Heinz Berger, de niño, junto a su familia en Alemania.


Heinz era mecánico. Estaba terminando la escuela secundaria y trabajando en una fábrica en Zwickau cuando decidió ingresar en la marina. Su decisión fue clara, no quería ser soldado de infantería y estaba pronto a llegar a la edad en la que debía cumplir con el servicio militar obligatorio y no tendría la oportunidad de elegir en qué fuerza desempeñarse. Nunca imaginó que su elección lo alejaría de su familia por tantos años y lo llevaría a radicarse a miles de kilómetros de distancia, en otro continente, con otro idioma y con una historia increíble que años más tarde le contaría a sus nietos. “Yo era mecánico. Tenía estudios en eso, y antes de ir al ejército, prefería terminar de mecánico en el servicio técnico del Mar Báltico. Fueron primero ocho días bajo control médico, después podías partir a la compañía y empezaba el reclutamiento. Con todo, con arma y todo, era bastante duro. Era un cuartel grande, varias divisiones, cerca de Suiza. Fueron seis meses de instrucción en tierra. Al final había que hacer una demostración de todo a los que estaban a cargo de nosotros antes de partir, cada uno tenía su destino. A mi me sorprendió, porque había elegido ir a la parte sur, a Kiel, pero y me destinaron al Graf Spee que tenía puerto en Wilhelmshaven, en Mar del Norte. No había más que decir, ese era mi destino”, explicó Berger.
Ingresó directo al escalafón técnico con la misión de atender y mantener las bombas centrífugas que filtraban y alimentaban de agua pura a los motores diésel del barco. Bajo cubierta, su tarea era fundamental para el buen funcionamiento de las máquinas. En alta mar, en turnos rotativos de cuatro horas, las máquinas debían ser atendidas las 24 horas. En las situaciones de combate, y si no estaba en uno de sus turnos con las máquinas centrífugas, no había descanso y se desempeñaba en el abastecimiento de los cañones principales del buque, con un calibre de 280 milímetros. “El primer encuentro con mi puesto fue muy bueno, me gustó mucho.  Muy lindo, una linda sección. Muy tranquilo, porque más arriba, tocaba trabajar con los motores diésel, un ruido espantoso. Atender la bomba, era un lindo servicio. Limpiaban el agua para los motores, era mi especialidad”.

El Graf Spee deja atrás el puerto de Montevideo.



El Graf Spee era el buque insignia de la armada alemana por lo que también fue un embajador marítimo en los años previos de la guerra. Participó en la coronación del Rey Jorge VI del Reino Unido en mayo de 1937 y repatrió las tropas alemanas de la Legión Cóndor tras la Guerra Civil Española. “En el barco fuimos haciendo pequeñas maniobras en el Mar del Norte. Y nos llamaron al primer viaje largo, era llevar el barco nuestro a buscar la legión cóndor. Había que traerlos hasta Hamburgo. Fue mi primera campaña. No desembarcamos en España. Era un viaje tranquilo no podía ser atacado, no había peligros”.
“El viaje más interesante fue una campaña a Ceuta. Lo que más he disfrutado fue hacer Mar del Norte, Lisboa, sur de España, estrecho de Gibraltar. Fue impresionante el estrecho, se ve España de un lado, África del otro. La gente venía a visitar el barco. En Ceuta hicimos excursiones a pie, recuerdo mucha gente con turbante”, rememoró el marino.
Al regreso del viaje a África Heinz tuvo la oportunidad de ver a sus padres. Fueron pocos días en los que le permitieron regresar a su casa. Sin poder avisar llegó de noche. Recuerda como si fuera hoy que de madrugada arrojó bolas de nieve a las ventanas de la casa para despertar a sus padres y así poder saludarlos. Fue la última vez que regresó a su casa, su próximo hogar lo tendría en América.

Zafarrancho de combate.
Tras los viajes de campaña, la paz se terminó en Europa y -con Alemania bajo dominio Nazi- comenzaron las batallas. “Estábamos en el Mar del Norte haciendo maniobras y nos llamaron a puerto, a dique seco. Pasamos la noche picando el casco y pintando, sacando óxido. Y al otro día cargando municiones. Partimos sin destino y sin poder tomar contacto con los familiares. Mis padres tenían comunicación con el comando de la marina, pero no personalmente, se había terminado el vínculo directo con la familia. El 21 de agosto del 39, nos sacaron a las 7 de la noche, despacito, el Graf Spee salió de puerto, poca gente en tierra nos dijo chau. Sólo la banda musical. Con una canción de despedida. Nosotros lentamente nos fuimos despidiendo… partir sin destino era un aviso. Pero nuestro pensamiento era otro, si el barco deja tres meses el puerto natal, recibíamos dinero extra. Si estabas tres meses fuera de la patria. Nosotros teníamos la esperanza de cobrar… los tres meses se hicieron mucho mas…”, remarcó Heinz, y continuó, “salimos el 21 de agosto y el 3 de septiembre, Inglaterra declaró la guerra a Alemania. El capitán ordenó que toda la tripulación vaya a popa, vino el comandante y nos dijo; ‘estamos en guerra con Inglaterra, y nuestra misión es atacar toda la marina mercante inglesa’. ¡Mire qué noticia! Cuando uno es joven lo toma a la ligera… no lo festejamos, algo nos imaginábamos por el cargamento y la partida turbia, pero lo tomamos a la ligera. Tener una misión generó la imagen de fuerza. No era contra barcos de guerra, que son muy peligrosos, sino contra los mercantes”. El buque no viajaba solo. Con él, pero a mucha distancia, sin verse uno del otro, navegaba el carguero Altmark con la misión de abastecer de agua, aceite, combustible y víveres al Spee. No llevaba munición y sólo se acercaba en momentos pre pactados. Bajo el mando de capitán Hans Langsdorff, el Graf Spee recorrió el Océano Atlántico de Norte a Sur, se internó en el Índico y regresó al Atlántico. En su recorrido interceptó, tomó, atacó o torpedeó a una docena de buques mercantes sin matar a ningún marino enemigo. El procedimiento era común en todos los casos, se le advertía al buque interceptado, por radio, con señales de luces o con banderas, cuáles eran los fines del buque, o se le disparaba por delante de su trayectoria para que se detuviera. Si el buque no transmitía por radio el ataque o su posición, el Graf Spee se acercaba y salvaba a la tripulación. Para acercarse, el Spee se valió de distintos camuflajes: desde pinturas especiales en el casco que mostraban espuma en su proa, para dar la falsa imagen de velocidad, como también la construcción en madera y tela de más chimeneas, otros cañones o hasta la utilización de banderas de otras naciones. Era un verdadero corsario. Al generar la confusión lograba acercarse hasta la distancia letal de sus cañones. Los buques atacados no tenían alternativa y se entregaban. “Estuve siempre bajo cubierta, no subía arriba para nada. Te enterabas  lo que pasaba arriba, pero no lo tomábamos muy en serio. No teníamos mucha conciencia, éramos jóvenes, no tomábamos con angustia esto”, explico Heinz de aquellos momentos de combate. Tras la captura las tripulaciones eran transferidas al Altmark y se tomaban también las provisiones de los buques antes de hundirlos.

 Tras varios meses de derrotero el Spee mostraba en sus motores las consecuencias del uso continuo. “La misión era más de tres meses, el barco necesitaba urgentemente la reparación general, los motores ya estaban gastados, habían trabajado demasiado. El comandante pensaba pasar Navidad en Alemania. Pero esto era muy peligroso y muy difícil. Los ingleses sabían que había un buque alemán, no sabían quién era, pero lo sabían porque habían desaparecido 12 buques mercantes”.
Con la proa al norte, buscando dejar el atlántico sur con la intención de acercarse a Alemania, el buque atravesó las rutas mercantes que unían el puerto de Buenos Aires con Gran Bretaña, una de las rutas que más abasteció a Inglaterra por fuera de sus colonias o países de la Commonwealth. En la distancia divisó tres columnas de humo, que representaban tres buques. “Nosotros pensamos que era un convoy (varios buques de carga navegando juntos), les hicimos señas pero ellos no contestaban, hubo que tirar uno de 28 (cañón principal) para frenarlos. Para ellos fue una sorpresa. Porque estaba todo oscuro”. Los tres buques pertenecían a la armada británica y tenían la misión de encontrar al buque alemán y destruirlo. Se trataba de los cruceros ligeros HMS Ajax y HMS Achilles y el crucero pesado HMS Exeter.




 El Graf Spee en llamas.


“El Graf Spee tiró primero, y respondió el Ajax pero con una bomba de ejercicio, sin explosivo. Fue tanta la sorpresa para ellos, no le dimos tiempo de cambiar la munición. Ahí nos dimos cuenta de que eran buques de guerra y empezó la contestación. En el siguiente disparo la torre principal de Exeter fue completamente destruida. Nosotros bajo cubierta no vimos nada, escuchamos los truenos, los cañonazos. Pero lo tomamos a la ligera, queríamos que terminara rápido. Era una cosa, no de angustia, no pensábamos en que íbamos a morir. Nada así. La angustia fue después cuando vimos compañeros nuestros que estaban heridos; Tuve un compañero que perdió el brazo, porque con el retroceso del barco con un cañonazo se cerró una puerta y le apretó el brazo, perdió el brazo. Cuando el Spee disparaba tenía un retroceso de un metro el barco completo. Eran esas emociones, no lo que pasaba arriba”. La Batalla del Río de la Plata comenzó al amanecer y se desarrolló por casi dos horas. Los buques británicos buscaron horquillar al alemán que se defendió con todos su cañones. En la batalla el Spee recibió alrededor de 70 impactos y habían muerto una treintena de tripulantes. Desde el bando inglés el escenario era peor. El Exeter y el Achilles habían sido silenciados y no volvieron a combatir. Con muertos y severos daños necesitaron tras la batalla más de un año de reparaciones en las Islas Malvinas para volver a navegar.

Los nazis, la trampa de Montevideo y Enrique.
Aún con sus cañones apuntando a los buques ingleses, el Spee se internó en el Río de la Plata dejando tras de si una nube de humo para enmascararse. Previendo un ataque con torpedos y ante la imposibilidad de dirigirse a Buenos Aires por la poca profundidad de los canales del puerto, el Capitán Langsdorff se decidió por la capital uruguaya. “Montevideo era una trampa. Pero ellos nos encerraron, nos tiraron torpedos, nosotros los esquivamos. El comandante estaba herido, estaba ligeramente herido en el brazo por la esquirla de una bomba. Montevideo fue una trampa, no nos daban el tiempo suficiente para reparar el buque, solo 72 horas. Pero más días para reparar era también más tiempo para que la flota británica se rearmara. Había más acorazados que podían llegar al Rio de la Plata. El capitán tuvo que decidir, él era responsable  de todo. Alemania le respondió mal y lo tomó como un cobarde. Una injusticia”, recordó Heinz.

En Uruguay, el buque pidió herramientas y materiales para realizar las reparaciones de emergencia, pero las autoridades uruguayas se ampararon en su neutralidad y no le brindaron ayuda. Tras el gobierno uruguayo se encontraba el inglés que presionaba para que el Spee sea empujado nuevamente al mar y al combate. Desde Alemania se le ordenó a Langsdorff combatir hasta las últimas consecuencias. Orden que el capitán no obedeció. “Había fanáticos en el barco. Cuando llegaron los nazis a Alemania al principio todos eramos optimistas y estábamos emocionados, pero al poco tiempo nos dimos cuenta de que Alemania iba a terminar mal. Los nazis lo trataron de cobarde al Capitán que fue un padre para nosotros. En Montevideo enterramos a nuestros muertos y mientras los marineros que desembarcaron los saludaban con el saludo nazi, él hizo el saludo militar”, destacó el marino.

El Spee no estaba en condiciones de volver al combate. Sus 1600 tripulantes estaban condenados a una muerte segura si el barco enfrentaba nuevamente a los buques ingleses. El capitán debió tomar una difícil decisión: “Uno de los disparos del Ajax cayó donde estaba la máquina de purificación del aceite. Ese fue un problema. Teníamos aceite limpio para solo 8 horas. Y muy poca munición disponible, fue el motivo por el que no pudo hacer frente otra vez. El Altmark no transportaba munición, solo agua y aceite. La primera medida que tomó Langsdorff fue destruir todos los instrumentos y artefactos secretos que traíamos, a mazazos. Con las herramientas con los que trabajábamos. Tenía máquina “Enigma”, radar, había muchas cosas especiales. El funcionamiento de la torre que guiaba los tres cañones juntos. Además se sabía que si el barco no podía combatir se lo iba a hundir. Estaba el Tacoma en Montevideo, un buque mercante. Ahí estuvimos hasta que el barco reventó. Habían preparado todo. Un grupo voluntario había puesto explosivos... todo el mundo estaba en silencio. Solamente nosotros sabíamos, todos pensaban que cuando el Graf Spee levantara anclas empezaría la batalla nuevamente, solo nosotros sabíamos que no sucedería”.

En el atardecer del 17 de diciembre el Admiral Graf Spee levó anclas y lentamente se alejó del puerto de Montevideo. Una multitud se amontonó en la orilla para presenciar lo que esperaban sea un combate naval clásico. En Buenos Aires la expectativa era la misma, pero nada así sucedió. En medio del río el buque se detuvo. El capitán y sus oficiales, que habían comandado el buque hasta allí se retiraron del lugar en lanchas provenientes de Argentina y minutos después el Graf Spee explotó. 20000 personas presenciaron cómo el acero alemán voló por los aires mientras la superestructura del buque lentamente se perdía en las aguas turbias del río.  “Estaba en el Tacoma cuando explotó el Graf Spee, fue impresionante. Sabíamos que nos quedábamos en Argentina internados, ya estábamos informados. Era por tiempo indeterminado”.

Heinz Berger en Argentina, 2015.


Langsdorff negoció con las autoridades argentinas la internación de sus más de mil marinos. Primero en el hotel de inmigrantes en el puerto de Buenos Aires. Luego en colonias repartidas por todo el país. “Langsdorff nos reunió en el patio del hotel de inmigrantes y nos explicó qué pasaría con nosotros. Nos dijo que había conseguido nuestro asilo. Que estábamos a salvo. Que ya no podía hacer nada más por nosotros pero que estábamos a salvo. Esa misma noche se suicidó”. El comandante, cumpliendo el mito que reza que el capitán debe correr el mismo destino que su barco, se envolvió en una bandera alemana y se disparó en la cabeza.

Tras tres meses en el hotel de inmigrantes, Heinz fue trasladado a una colonia en la provincia de San Juan junto con 50 colegas. Alrededor de mil marinos, entrenados y recién salidos de la mayor guerra conocida eran una población a temer por cualquier país, Argentina prefirió separarlos en grupos reducidos. “Vivíamos en un campamento. Todos los días caminábamos varios kilómetros hasta un boliche donde escuchábamos la radio que por onda corta nos traía noticias de Alemania. Mi nombre es Heinz, pero en inglés lo más parecido es Henry, por lo que acá me pusieron Enrique. Inglaterra nos quería repatriar, o llevar como prisioneros de guerra. Algunos de mis compañeros se casaron para que no los repatriaran, pero los llevaron igual. Inglaterra decidía todo, los separaron igual. Yo conocí a una mujer, tenía trabajo, no quise volver a Alemania. No volví por amor, ya tenía otra vida aquí”, finalizó Heinz.
Su nueva vida en Argentina lo llevó a casarse, a tener una hija, a escaparse del campamento donde estaba con sus compañeros cuando llegó la orden de repatriación, a ser prófugo recorriendo otras provincias, trabajando escondido y perdiendo en este derrotero su uniforme y sus recuerdos del Graf Spee. A 75 años de su llegada a Argentina sigue reuniéndose con otros sobrevivientes  de la Batalla del Río de la Plata y con otros compatriotas que llegaron también en aquella época. Es posible cruzarlo en la estación de Castelar, en la ciudad donde viven su hija y nietos, aquí mismo festejó sus 95 años rodeados de afectos.

Entrevista: Gabriel E. Colonna y Leandro Fernandez Vivas
Redacción: Leandro Fernandez Vivas
Fotos: Gabriel E. Colonna, Eleonora Colonna, Libro Historia en imágenes del acorazado alemán Admiral Graf Spee.

http://www.castelar-digital.com.ar


Marcelo García -de Historias Lado B- juntoa Heinz Berger 
durante el homenaje al Capitán Hans Langsdorff en Buenos Aires, 21 de diciembre de 2014.



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domingo, 5 de abril de 2015

La Hiena de la Gestapo

¿Puede una heroína ser un monstruo? ¿Era Violette Morris lo primero o lo segundo? Aquí, la increíble historia de la "Hiena de la Gestapo", un personaje forjado a fuerza de dolor, desprecio, violencia y una inesperada oportunidad de ser alguien en la vida.

Violette Morris, "La Hiena de la Gestapo".


Nació en Francia el 18 de abril de 1893, y aunque haya dado la extraña sensación de ser un personaje de ficción, uno de esos que suelen verse en viejas películas del cine negro, Violette Morris fue un personaje real. Estremecedoramente real.
Hija menor de seis hermanos, pasó su adolescencia en la clausura del lúgubre convento de "L'Assomption de Huy" y -a pesar de reconocerse como lesbiana- una vez que pudo escapar de allí se casó con un hombre de apellido Gouraud en 1914. La vida no era sencilla para ella y la Primera Guerra Mundial la encontró en el frente francés como enfermera en la legendaria Batalla del Somme y como agente correo en la Batalla de Verdún, en donde también se destacaría como conductora de ambulancias entre bombas y disparos.
La contextura física, sus 68 kilogramos de peso y una altura de 1,66 metros le permitieron ser -además- una buena deportista, llegando a destacarse extrañamente para su época como jugadora de fútbol en el "Fémina Sports" entre 1917 y 1919, como así también en el "Olympique de París" desde 1920 y hasta 1926. Violette, así mismo, supo destacarse en levantamiento de pesas, boxeo, waterpolo y lanzamiento del disco, entre otras disciplinas. Su pasión por el riesgo, la aventura y la velocidad, también hicieron de ella una excelente conductora de motocicletas y autos veloces de su tiempo. Tras someterse a una pionera intervención por medio de la cual se hizo extirpar sus prominentes pechos, llegó a sostener que "lo que puede hacer un hombre, puede hacerlo Violette", la cual pasó a ser no sólo su frase de cabecera sino además su verdadera filosofía de vida.


Violette Morris, la deportista.


Tras su divorcio en 1923, Violette Morris comenzó a vestirse como un hombre, sin llegarle a importar las voces contrarias e hirientes que escuchaba a cada paso que se disponía a dar. Tras hacerse conocida, la Federación Olímpica Francesa le negaría el derecho a participar en los Juegos Olímpicos de 1928 representando a su país argumentando que ella era la viva representación de un atentado contra la moral pública. Sin embargo, no  todos eran incapaces de reconocerle virtudes y darle oportunidades y, así las cosas, en 1935 fue contactada por un agente nazi de la Sicherheitsdienst (la agencia de inteligencia dependiente de las SS nazis) para darle nuevo sentido a sus días. En 1936, tras ser invitada por el régimen de Hitler a los Juegos Olímpicos celebrados en Berlín, pasó a ser muy considerada por los nazis, sobre todo por la valiosa información que solía aportar. ¿Venganza contra Francia? ¿resentimiento? ¿o simplemente un dolor inmanejable? tal vez un poco de cada cosa la llevaron a convertirse en una agente secreta tan temida como respetada, trabajando en pos de la victoria de Hitler en la Francia ocupada y siendo determinante a la hora de pasarle a los nazis información sobre la Línea Maginot, detalles técnicos sobre los tanques blindados franceses y los lugares desde donde operaba la resistencia en la ciudad de París. Gracias -en parte- a sus aportes, Hitler pudo ingresar triunfante en París en junio de 1940 para inmortalizarse poco después posando en una fotografía frente a la Torre Eiffel.
Violette Morris había caído rendida a los pies del nazismo y el nazismo, le daba -de manera inesperada-  su lugar en el mundo.


Violette Morris.


Su bravura y sus acciones legendarias le valieron ganarse el mote de "La Hiena de la Gestapo", infundiendo terror y respeto por partes iguales entre franceses y británicos, quienes la pusieron entre uno de sus principales objetivos. Winston Churchill, primer ministro británico, no dudaría un instante: había que eliminarla. La orden sería ejecutada por los franceses del "maquis de Surcouf", un importante movimiento de la resistencia francesa. El 26 de abril de 1944, era esperada por un pelotón oculto en la maleza mientras viajaba hacia la localidad de Beuzeville. La velocidad de su maltrecho Citroën le permitió escapar a las balas pero los francotiradores la aguardaron para cuando fuera la hora de su regreso. En esa oportunidad, los disparos dieron todos en el blanco.
Violette Morris murió, pero su increíble historia permanece como una de las más pintorescas y extrañas de la sanguinaria Segunda Guerra Mundial. Entre tanto, muchos se siguen preguntando ¿Puede una heroína ser un monstruo? ¿Era Violette Morris lo primero o lo segundo?

Tal vez alguien, algún día, lo dirá...


Marcelo García
Historias Lado B



miércoles, 1 de abril de 2015

Historia de Nazis, animales y dolor

La viuda del criminal nazi Walter Kutschmann, fundadora de una entidad "protectora" de animales que proclama la eutanasia y dona cámaras de gas a municipios.
Artículo publicado en Diario Crónica, Buenos Aires, Argentina - Domingo 16 de febrero de 1992. 
Copyright © Crónica.

Cámaras de gas, matanza de animales y ... la sombra de Walter Kutschmann...


Cuando la apertura de los famosos archivos nazis, más allá de unas pocas confirmaciones tales como la comprobada ayuda de Perón a los criminales se transformó en una desilusión para quienes tenían en ellos cifradas esperanzas, vuelve a aparecer en el tapete el nombre de uno de estos jerarcas muerto hace ya algunos años. En forma indirecta, es cierto, pero con un caso que lleva "su marca en el orillo" y que hace recordar viejos tiempos no deseados.
Asociación Amigas de los Animales (AAA), amparada en una dulce nominación, es una entidad que tiene fijada en sus estatutos la eutanasia como uno de sus pilares para "defender y proteger" a los pobres bichitos. No, es la única, lamentablemente, y de estas mismas páginas hemos denunciado ya a otras que se visten con la misma ropa. La particularidad de ésta, es que entre sus filantrópicas tareas incluye la de regalar a distintos municipios de la provincia de Buenos Aires -fundamentalmente del conurbano-, cámaras de gas y elementos para que aquéllos puedan cumplir sin Inconvenientes la "noble" misión de sacrificar animales.

¿Qué tiene que ver esto último con los criminales de guerra nazi? Que la fundadora de AAA fue la señora Geralda Baeumler de Olmo, quien no es otra que la esposa de Walter Kutschmann un integrante de la Gestapo que encontró asilo en la Argentina y que, a punto de ser extraditado, murió de un paro cardíaco. Nazis, animales, cámaras de gas, todo está unido por un circuito que parece no haber encontrado todavía su final y que sigue siendo alimentado por la mente de muchos que, tal vez, siguen añorando otras épocas.

¿Olmo?
Hijo de un dentista berlinés, Kutschmann tuvo su primer puesto de mediana importancia dentro del ejército alemán como sargento de la Fuerza Aérea (Luftwaffe), lo que le valió pelear en 1937 en España, junto a las tropas del generalísimo Franco. Dos años más tarde, afiliado al partido nazi, ingresó en, la temida Gestapo para debutar en su tarea de asesino: fue el responsable de la muerte de 20 profesores universitarios y de 18 familiares de éstos.
Como premio a su falta de escrúpulos, fue puesto a cargo del control de un sector de judíos en Polonia y allí su misión fue mucho más "fructífera": la matanza de 1.500 personas llevó su indeleble sello personal.
Aplastado el nazismo y concluida la Segunda Guerra Mundial, Kutschmann logró fugarse hacia España y consiguió -mediante el pasaporte 59/47- una nueva identidad para viajar por el mundo: la de Pedro Ricardo Olmo, quien en realidad era un sacerdote español muerto varios años antes. Estas historias, en donde nunca parece estar seguro el verdadero nombre del personaje, continuarían también en la Argentina.
De acuerdo a registros argentinos, Pedro Ricardo Olmo nació en la ciudad Real España, hijo de Santiago y de Juana Andrés y estaba casado en primeras nupcias con Elizabeth Pospichil, libreta Nº 286.639, Acta 844, Tomo 4, Sección 20, del Registro Civil de la Capital Federal en el año 1948. El domicilio que daba era el de Sucre 2907, 2º "C", y posteriormente el de Calle 29, esquina 12, Miramar. Casualmente, estos dos figuraban en catastro a nombre de Geralda Baeumler.


Lugar donde vivió el nazi Walter Kutschmann en el brrio de Belgrano, Buenos Aires, Argentina. 
(Fotos: Marcelo García / Historias Lado B)


Claro que esto no suena tan extraño cuando uno conoce las "otras" primeras nupcias de Olmo o Kutschmann: con el número de libreta de matrimonio 59.196, Acta 844, Tomo 4, Seccional 20 del Registro Civil de la Capital Federal, aparecen unidos en matrimonio Pedro Olmo y Geralda Baeumler, cuya cédula de identidad es 6.860.375. Por lo menos es lo que esta última declaró en el estatuto de fundación de la AAA, labrado frente a escribano público en agosto de 1973, bajo el número 2069, folio 0186-45313. Un pequeño detalle, sin embargo, pone en duda todo el resto: consultados los archivos del Registro Civil, la libreta de matrimonio número 59.196 no existe.
Todo este cúmulo de mentiras llevó a que la Fiscalía, en la causa 328/75, le cancelara la carta de ciudadanía a Pedro Olmo y que mediante la causa 769, Juzgado Federal 5, Secretaría 13, fuera denunciado por infracción a la Ley 11.386 y falsificación. Asimismo tuvo otros tres procesos en los tribunales Civil y Comercial y Contencioso Administrativo. Pero también llevó a la Justicia a investigar a la ahora "protectora" de animales, Geralda Baeumler. Así se pudo determinar que la fundadora de la AAA nació el 11 de marzo de 1921 en Grossjasze, ahora Schonebeck (Elba), Alemania, y que es ciudadana americana con pasaporte Nº Z-158.238; expedido el 18 de julio de l962. Hija de Carlos Federico Ernesto y de Inés Emma Juana Dorette Kortmann, tiene la particularidad de poseer dos "primeras" fechas de ingreso a nuestro país: el 6 de febrero de 1964 y el 1º de febrero de 1965. Su definitiva vinculación con Kutschmann u Olmo quedó plenamente confirmada cuando la Fiscalía Federal en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo, solicitó los datos filiatorios de ella, de Hanna Cristina Beate (quien resultó ser la hermana de Kutschmann), de Elizabeth Pospichil (quien figuraba como esposa de Olmo y de quien no se registraron datos filiatorios en Olmo y de quien no se registraron datos filiatorios en ninguna dependencia), de Isabel Pospichil, quien en realidad figura como casada con Ricardo Olmo, es de origen austríaco y no registra más datos filiatorios.
Toda esta telaraña de nombres, números de libretas inexistentes, falsos casamientos y datos entrecruzados, pudo mantener con dudas a algunos hasta que la suerte de Pedro Ricardo Olmo quedó echada: el 30 de junio de 1975, el cazador de nazis Simón Wiesenthal denunció en la ciudad de Viena la verdadera identidad de Olmo, quien por entonces se desempeñaba en la fábrica Osram.

Walter Kutschmann en el momento de ser detectado en la ciudad de Miramar, Argentina.


Olmo reconoció que en realidad él era Walter Kutschmann, pero escapó y su paradero volvió a ser un misterio hasta 1983. fecha en que Wiesenthal lo halló, esta vez en el edificio de la calle 29 Nº 599, en Miramar. El mismo que en los catastros figura como propiedad de Geralda Baeumler, que por entonces era Baeumler de Olmo. Experto en estas lides, Kutschmann volvió a escapar hasta el 14 de noviembre de 1985, en que fue atrapado por agentes de la Interpol en Vicente López.
A punto de ser extraditado para ser juzgado como criminal de guerra, el 30 de agosto de 1986 murió en el hospital Fernández a causa de una afección cardíaca. De acuerdo a las actas de la comisaría 21ª, el cadáver Nº 1.886, registrado en Unidad Coronaria, Cardiología, del hospital Fernández, cama 1.315, fue trasladado a la empresa de sepelios Ramburger. Quien lo retiró e hizo todos los trámites correspondientes para que luego fuera enterrado en el Jardín Evangélico Alemán, de Pablo Nogués, no fue otra que Geralda Baeumler de Olmo.

"Protectora"
La historia, sus vericuetos y las derivaciones, eran imprescindibles para llegar a entender este presente en el que una entidad como la AAA (vaya coincidencia con la tristemente famosa Triple A de López Rega...) actúa con métodos tan íntimamente ligados a los que usó el nazismo. Tanto como que quedó demostrado que una sus fundadoras fue la esposa de uno de esos criminales.
El estatuto de fundación de esta particular asociación dice en el artículo 2º, inciso B, Propósitos de la Asociación: "Combatir por todos los medios, inclusive los legales (sic), los malos tratos a los animales". Asimismo, en el punto referido a las condiciones para aceptar a un socio, explican que "podrán ser admitidos como asociados todas las personas que estén de acuerdo con las finalidades y propósitos de la asociación, acepten la aplicación de eutanasia a aquellos animales que por razones de vejez, enfermedad o fuerza mayor, deban ser sacrificados".
Estos datos mueven a preguntarnos, también, un par de cosas: en primer término, si afirman que van a usar todos los medios "inclusive los legales" ¿cómo son los métodos ilegales que utilizan para combatir los malos tratos a los animales? Y en segundo lugar, cuál es el alcance de la definición "fuerza mayor" para aplicar la eutanasia. Vale recordar. que para otras entidades "protectoras" como ésta, el hecho de que un perro o un gato estuviera abandonado en la calle, era motivo suficiente para sacrificarlo en haras de que "no sufra los rigores del abandono". De todos modos, para que no queden dudas respecto del destino que en la A.A.A. les dan a los animales, entre sus directivas -hasta hace poco figuraba como delegada- Carmen Andreani de Acuña. Esta mujer, domiciliada en la calle Finochietto 1276 de esta Capital, estuvo estrechamente ligada a Clara Leloir de Menditeguy, famosa viuda que detrás de una filantrópica imagen asesinó durante años a miles de indefensos animales. Sin embargo, el colmo de la ironía se vio reflejado cuando en vísperas del Día del Animal del pasado año, la AAA distribuyó un comunicado que llevaba la firma de la mencionada Acuña, de Ruth Hasenclever (presidenta) y de Marta Appuhn-Beilicke (vicepresidenta), en el que destacaban y se "complacían" de informar que entre las mejoras que ellas habían obtenido para los animales, estaba la donación de "cámaras de gas enfriado y medicamentos para sacrificio eutanásico de animales".
Del mismo modo y para que no queden dudas, la nota de A.A.A. aclaraba que ellas "no apoyan ningún tipo de protectoras que por medio de cooperadoras instalen dentro de los centros antirrábicos, refugios para albergar animales abandonados".

No es, lamentablemente, la Asociación Amigas de los Animales la única de su tipo que se dedica a proteger matando. Por eso vale tenerla en cuenta para no acercarle perros o gatos que uno quiera que tengan un destino mejor que su asesinato. Deja, eso sí, un mensaje que no debe soslayarse: la estrecha vinculación con los métodos que hace más de 40 años utilizaron los nazis y hasta los nombres de quienes la promovieron. Nada es casual, ni siquiera la ideología de quienes comienzan con animales y nunca se sabe en qué van a terminar. (1)
Horacio Raña



Walter Kutschmann:  durante la segunda guerra mundial (izquierda)  
y caminando con nuevo aspecto físico por las calles de Buenos Aires (derecha).


¿Quién era Walter Kutschmann?
Walter Kutschmann (Dresde, Alemania: 24 de julio de 1914 - Buenos Aires, Argentina; 30 de agosto de 1986) fue un Untersturmführer de las SS y oficial de la Gestapo, sindicado como responsable de la masacre de 1.500 judíos polacos en Lviv, Polonia en 1941.(2)
hijo de un dentista radicado en esa ciudad hanseática, en 1928 se unió a las juventudes hitlerianas y en 1932 fue un militar en tierra en la Luftwaffe hasta 1936. Empezó estudios de Derecho; pero abandono la carrera uniéndose a la Legión Cóndor leales a las fuerzas de Francisco Franco en España participando en la Guerra Civil Española, donde después fue Tercer Secretario del Consulado Alemán en Cádiz.

Empezada la Segunda Guerra Mundial se trasladó a Leipzig donde fue enrolado en las fuerzas de seguridad policiacas al mando de Eberhard Schöngarth. Fue ascendido a Untersturmführer y fue oficial a cargo de un grupo de exterminio Einsatzgruppen que operó en Drohobycz, Polonia. Bajo su mando, Kutschmann ordenó el fusilamiento de 36 profesores en Lwów y luego de 1.500 intelectuales polacos en la región de Lviv, en Brzeziny y Podhajce en 1942. En 1944 fue trasladado a París bajo las órdenes del oficial de inteligencia de las SS Hans Günther von Dincklage donde se relacionó brevemente con Coco Chanel en la llamada Operación Modellhut.

Estando en Francia a fines de 1944, desertó para refugiarse en Vigo, España bajo la fachada de un monje carmelita llamado Olmos residente en Vigo, luego cuando el gobierno de Franco empezó a desconocer a los refugiados nazis en 1947, se amparó en la Red ODESSA y se trasladó por vía marítima en la motonave Monte Amboto bajo la apariencia de un monje católico arribando a Argentina el 16 de enero de 1948. Fue asimilado como parte del personal directivo de la compañía eléctrica Osram sirviendo como Encargado de Compras. En ese país se casa en agosto de 1973 con una ciudadana de origen alemán llamada Geralda Baeumler, una empresaria del rubro veterinario radicándose en el barrio Miramar.(3)

El célebre cazador de nazis Simon Wiesenthal lo descubrió y gestionó en Viena la extradición de Kutschmann. La Interpol previa comprobación de las partidas de ciudadanía y matrimonio (que resultaron falsas) solicitó su detención ante el gobierno argentino siendo detenido en 1975 donde escapó perdiéndose su rastro. En 1975 se le canceló su ciudadanía argentina y, se realizó un segundo pedido de extradición en 1985 donde fue nuevamente arrestado por funcionarios de la Interpol en la localidad de Vicente López, dada su precaria salud fue mantenido en un hospital prisión en Buenos Aires donde falleció de un ataque cardíaco. Su supuesta esposa fue denunciada a las autoridades por maltrato animal al aplicar eutanasia por gaseamiento en cámaras, a perros desamparados de la capital bonaerense.(4)




REFERENCIAS:
(1): Publicado en: Diario Crónica, Buenos Aires, Argentina - Domingo 16 de febrero de 1992. Copyright © Crónica.
Publicado también en: Club de Animales Felices / animalesfelices@webinet.com.ar / www.animalesfelices.org.ar / http://www.caf.0catch.com/prensa/viuda.htm


(3): Artículo original: "Vigo: La puerta de huida nazi" Por Eduardo Rolland. 

(4): Diario Crónica, Buenos Aires, Argentina - Domingo 16 de febrero de 1992. Copyright © Crónica.
Publicado también en: Club de Animales Felices / animalesfelices@webinet.com.ar / www.animalesfelices.org.ar / http://www.caf.0catch.com/prensa/viuda.htm

http://elrecado.net/sociedad/item/960-la-incre%C3%ADble-historia-del-nazi-que-veraneaba-en-miramar-y-que-fue-confidente-de-la-dise%C3%B1adora-francesa-coco-chanel.html