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lunes, 23 de julio de 2012

Francisco Franco: ese Generalísimo ventrílocuo

En un "homenaje" a la libertad de expresión, en un claro mensaje de hermandad espontánea y sincera, alguna vez el "Generalísimo" Francisco Franco ha hecho gala de sus cualidades artísticas (¿era ventrílocuo?) junto a su esposa y su pequeña (por entonces) hija, María del Carmen Franco y Polo. Franco, muy suelto de cuerpo le dice a su hija: "Oye nena, ¿quieres decirle algo a los niños del mundo?" y la niña, ingenuamente, pobre inocente de todo, pregunta a su padre en la película creada por el aparato propagandístico: "Bueno, pero ¿qué les digo?"... La respuesta y la actitud del dictador, simplemente imperdibles... Mirá el video. Viva la libertad.


domingo, 11 de marzo de 2012

El abrazo entre Eisenhower y Franco: el aval del "mundo libre" a la dictadura española

El obseno abrazo entre Eisenhower y Franco en la base aérea de Torrejón.

El 21 de diciembre de 1959 quedará por siempre grabado en la memoria como un día en el que el por entonces presidente de Estados Unidos, Dwight D. "Ike" Eisenhower y el dictador español Francisco Franco, se fundieron en un abrazo que dejó perplejos a propios y a extraños. Atrás quedaban el ostracismo y el oprobio de 1945. Para los norteamericanos, defensores de la libertad de los pueblos, poco y nada tuvieron que ver todas y cada una de las acciones de un Franco que supo ser aliado incondicional de Adolf Hitler durante la segunda guerra mundial. El presidente del "mundo libre" llegó a España sin ocultar un entusiasmo tan incomprensible como obseno. "Ike", tras bajar del avión,  se despachó con un discurso que como resumen dejó sus palabras de satisfacción "por cumplir uno de sus sueños. Llegar a España..."

Tras una breve visita que reunió a más de 500 periodistas (entre extranjeros y españoles), 10 autobuses para comitivas, 15 cabinas de transmisión para los medios de comunicación, 110 aparatos telefónicos para comunicar "la buena nueva" al mundo entero, siete líneas para fototelegrafiar, centenares de cámaras de televisión de los medios mundiales y a casi 1 millón y medio de españoles vitoreando el encuentro, el presidente norteamericano y el caudillo dictador español se abrazaron al pie de la escalinata del avión en la base aérea de Torrejón, cerca de Madrid, para sellar lo impensado: el formal apoyo de los Estados Unidos a la más sangrienta y feroz dictadura de la historia española.
Si faltaba alguna otra prueba para demostrar que Francisco Franco se había salido (parcialmente) con la suya, ahora los hechos se encargaban de eliminar la duda: España lograba cambiar el aislamiento al que había sido sometida desde finales de la segunda guerra mundial, por una complicada y dudosa integración al sistema diplomático, militar y (por supuesto) económico de occidente.

No importaba ya si Franco había apoyado a Hitler. No importaba si la nación que dice defender los derechos humanos en cada rincón del planeta hacía la vista gorda ante las atrocidades franquistas de la España de entonces. No importaba nada. Después de todo, al fin y al cabo, los Estados Unidos (de siempre) y la España (de Franco) estaban firmemente unidas por algo: su desbocada y frenética lucha contra el comunismo.

Para España llegaron grandes cambios que difícilmente puedan opacar lo obseno del encuentro: España logró entrar en la Organización mundial de la Salud, la UNESCO y la OIT, entre otras cosas. Rápidamente y tras este aval norteamericano a la dictadura de Franco, España viró bruscamente de una economía agrícola a una decididamente industrial. España también logró su ingreso al Fondo Mundial Internacional, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación Económica Europea y finalmente logró mostrar "orgullosa" al mundo como su tasa de crecimiento anual real llegaba al 7% y cómo ingresaba al círculo "exclusivo" de los países con una renta por habitante superior a 2.000 dólares.
España quedó dividida una vez más (como si ya no lo estuviera). Tristemente dividida, entre los aduladores de las "supuestas mejoras económicas y el atropello al otro" y los españoles que aún soñaban con una patria en donde el respeto, la dignidad humana, la libertad y la unidad real fueran algo posible.

La poco decorosa memoria siempre tan selectiva norteamericana, una vez más exhibida en la máxima expresión. Los planes de eternizarse en el poder ilegítimo que ostentaba, vilmente utilizados como centro de la cáscara que pretendía mostrar un amor incondicional por España por parte de Franco, también elevados a la máxima potencia.
Ese abrazo, obseno y prepotente, entre Eisenhower y Franco, les costó caro a los españoles. Muy caro.

domingo, 4 de marzo de 2012

Francisco Franco y su particular devoción por la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús

Francisco Franco y la reliquia de la mano de Santa Tersa de Jesús.

Santa Teresa de Jesús no ha sabido lo que es descansar en paz tras su muerte el 4 de octubre de 1582. Sus restos fueron exhumados en 1585 y, según los relatos y las leyendas, su cuerpo estaba incorrupto mientras que su vestimenta se encontraba totalmente consumida. En esa oportunidad, de manera casi inexplicable, el carmelita Gracián de Dios mandó separar la mano izquierda del cuerpo de la santa, llevándosela consigo y entregándola luego a las Carmelitas Descalzas de San José de Ávila en primera instancia y luego a las Carmelitas de San Alberto de Lisboa. Un tiempo después, en otro hecho difícil de entender y explicar, fue el mismo Gracián de Dios quien decidió amputar el dedo meñique de la mano de la santa para conservarlo entre algunas reliquias de su "propiedad" a partir del año 1599. La mano de Santa Teresa de Jesús permaneció en Portugal hasta el año 1920, momento en el que las monjas que la protegían la llevaron de regreso a España tras la revolución que en 1910 depuso a la monarquía en Portugal.

Todo parecía indicar que la reliquia de la santa encontraría descanso final y definitivo en el recién inaugurado convento de las Carmelitas Descalzas en Ronda, pero con el paso de los años y la explosión de la Guerra Civil española, el descanso de Santa Teresa nuevamente se vio interrumpido y esta vez de un modo tan inexplicable como en otros casos y con un tinte, hasta si se quiere, macabro.
Los republicanos revisaron el convento hasta dar con una maleta en la que estaba la mano olvidada por el general (también republicano) Villalba Riquelme. Cuando en 1937, el bando "sublevado" se hicieron con el control de Málaga, encontraron esa maleta y se la llevaron a la ciudad de Burgos. Una vez allí, Francisco Franco, el dictador español que manejó al país entre 1936 y 1975, no dudó ni un solo instante en apropiarse de la mano incorrupta de su santa preferida. No hubo manera de detener ese atraco. Ni siquiera el dolor de las Carmelitas del convento pudo lograr un instante de racionalidad de parte del duro caudillo español, cosa que fue reafirmada con una lapidaria frase del padre Rendón justificando lo injustificable: "La mano no se pierde" -les dijo a las religiosas- "Se va con el caudillo para guiarle en la conducción de la patria".
No contento con lo suyo, Franco pretendía convertir en su involuntaria "cómplice" a la (según él) "Santa más española"...

Lejos de conformarse, las religiosas pidieron insistentemente la devolución de la reliquia, cosa que mereció una respuesta por escrito de parte de Franco (firmada en realidad por su secretaria personal) en la que además usaba el sarcasmo y hasta inclusive pretendía hacer gala de un humor de más que dudoso gusto (por no decir, pésimo gusto) al final del primer párrafo. A continuación, un detalle de la carta enviada:

Carta de Francisco Franco explicando los motivos dela usurpación de la reliquia de la mano de Santa Tersa de Jesús.

Así como los nazis alemanes atribuían a cierto objetos sagrados poderes sobrenaturales sobre el resto de los mortales o, según ellos mismos, los infrahumanos, Franco también le daba una particular importancia a la mano de Santa Teresa de Jesús, insistiendo tercamente en conservarla para sí mismo e incluso llevarla (según se dice en una valija) cada vez que se desplazaba, sea por temas oficiales, de estado o en sus períodos de descanso.
La obsesión de Franco por la reliquia religiosa llegó a límites insospechados y la muestra más clara de eso es el hecho de que el caudillo hizo un reclinatorio con la mano de la santa en su propio dormitorio en el Palacio de El Pardo (Ver fotografías de ABC, del año 2005, aquí abajo).

Dormitorio de Francisco Franco y el reclinatorio.

Cuando en 1975 Franco enfermó gravemente, nadie logró hacerle entender la necesidad de su traslado a un centro asistencial totalmente equipado para tratarlo. El caudillo de mano férrea e inflexible, también en los momentos previos a su muerte, decidió que su habitación sería el lugar de tratamiento, seguramente confiando en la mano salvadora de la santa para lograr su recuperación. La muerte llegó inexorable y no hubo mano que lo salve.
Una vez el caudillo ya fallecido, la mano fue devuelta al convento de la Merced de la ciudad de Ronda, en Málaga, pero el descanso de Santa Teresa de Jesús sigue como asignatura pendiente. Su maltratado cuerpo incorrupto está descuartizado de la siguiente manera: su ojo izquierdo en Málaga; el pie derecho y parte de la mandíbula en Roma; la mano izquierda en Lisboa y finalmente el brazo izquierdo y el corazón en la Iglesia de la Anunciación del Alba de Tormes. Un cuerpo maltratado, violado y dividido. Algo similar a lo que la Guerra Civil con toda su carga de irracionalidad y fuerza bruta hizo con la querida España.

Nota: un interesante comentario de mi querido amigo Antonio; hizo que me interesara particularmente por recavar más datos sobre este particular episodio de la historia. Abrazo Antonio.